Esta sustancia resinosa, de color verde o casi negro, que obtienen las abejas de las yemas y cortezas de algunos árboles como el abedul, sauce, castaño, roble, pino, cerezo y algunas plantas herbáceas, también contiene provitamina A, vitaminas del grupo B (especialmente B3), aminoácidos, minerales y bioflavonoides (vitamina P).

Las abejas utilizan el propóleo para cubrir herméticamente las paredes de la colmena y así protegerla de virus, hongos y bacterias.

 

A lo largo de la historia de la humanidad fuimos aprendiendo que no sólo las abejas pueden darle estos usos al propóleo sino también los humanos.

Las alusiones escritas más antiguas al propóleo provienen del Antiguo Egipto, donde era bien conocido por los sacerdotes, que lo utilizaban en técnicas de embalsamiento como consecuencia de su poder de conservación de cadáveres.  También era utilizado en ungüentos para tratar heridas y llagas y lograr una rápida cicatrización.  En el papiro de Ebers se hace alusión a los muchos usos de la miel como medicamento, apósito quirúrgico para úlceras, quemaduras o inflamaciones de los ojos.  También en el papiro de BeekBardog se citan la miel, la cera y el propóleo como medicamente.

 

De los griegos recibimos su nombre (Pro: ¨delate de¨ o ¨en defensa¨ y Polis: ¨ciudad¨).  Hipócrates, médico brillante de la antigua Grecia, consideraba la miel como: ¨una magistral medicación fortificante y dadora de larga vida¨. 

Así es como el propóleo ha acompañado a la historia de la humanidad por muchísimos años.

Las características morfológicas del propóleo varían según la disponibilidad de las variedades vegetales y las condiciones ambientales.  Por ello, su color puede variar del pardo rojizo al amarillo verdoso y oscurecerse hasta el negro dependiendo de su origen y la edad.  Posee un olor aromático característico y agradable, y de sabor fuerte y picante.

 

La composición química del propóleo es compleja y depende de la flora de la región donde es recolectado, los microorganismos presentes en el entorno geográfico, la técnica de obtención de factores climatológicos que fluyen, además, en las características microscópicas y organolépticas del propóleo.  En general, los propóleos en bruto se componen de:

 

ELEMENTO

PORCENTAJE

Resinas

50 – 55%

Ceras

30 – 40%

Aceites esenciales o volátiles

5 – 10%

Sustancias orgánicas y minerales

5%

                        Fuente: Prodigios de las abejas: el propóleo y la jalea real (6)

 

            Entre los compuestos orgánicos y minerales se encuentran más de 40 flavonoides (flavonas, flavonoles y flavononas), compuestos fenólicos, aldheídos aromáticos, alifáticos, compuestos terpénicos, ácidos grasos, aminoácidos (arginina, prolina), vitamias (entre ellas, la vitamina A y las vitaminas del grupo B) y oligoelementos (cobre, cobalto, hierro, magnesio, manganesio, selenio, zinc.)  Se han logrado identificar hasta 200 componentes diferentes.  A muchos de ellos se les atribuyen importantes acciones farmacológicas.

 

PROPIEDADES

 

            Del carácter biológico destacan sus propiedades antioxidantes, antibacterianas, antivirales, fungicidas, cicatrizantes y antiinflamatorio, anestésicas, inmunomodulador y antitumoral.

 

Antioxidante:  La capacidad antioxidante del propóleo puede estar relacionada con algunos de sus efectos biológicos como la quimioprevención.  Los flavonoides son poderosos antioxidantes capaces de eliminar los radicales libres y proteger la membrana celular contra la peroxidación lipídica.

Antibacteriano: Múltiples estudios bacteriológicos han confirmado su acción bacteriostática y bactericida, siendo pioneros en sus investigaciones Kivalkina y Villanueva en Europa y Rojas en Cuba.

Los principales responsables de esta propiedad son los flavonoides galangina y pinocembrina y los derivados de los ácidos benzoicos, ferúlico y cafeico.  El efecto antibacteriano actúa sobre los gérmenes Gram positivo como el estafilococo dorado y estreptococo beta hemolítico, y algunos Gram negativos como Piociánico y Proteus.

Antiviral: El propóleo es virucida, es decir, erradica virus de distintos tipos y procedencias.  En Francia, en la Facultad de Medicina de Rennes, los Drs. Amoros y Sauvager, confirmaron la acción virucida no sólo frente al herpes tipo 1 y 2, sino también ante el poliovirus.  Establecieron que reducía las síntesis del ADN viral, siendo los responsables nuevamente los flavonoides que actúan en sinergismo con un éster del ácido cafeico y del ácido ferúlico (2.9).

Fungicida:  El propóleo ha demostrado efectos fungicidas al descomponer vairas cepas de los hongos, como la Cándida.  Su efecto fungicida se asoció con la presencia de flavonoides.  El propóleo es el producto de las abejas con la mayor actividad antifúngica según pruebas realizadas con 40 cepas de levaduras de Cándidas donde se inhibió su crecimiento.  La cepa más sensible fue la Rhodotorula spp y  la más resistente fue la Cándida Albicans.

Inmunomodulador: Varios trabajos demuestran que el propóleo estimula tanto la inmunidad inespecífica como la específica, y la celular (linfocitos T) como la humoral (linfocitos B).  Se observó en ratones infectados con el virus influenza tipo A y tratados con propóleos un aumento de los linfocitos T, un mayor nivel de fagocitosis y una menor mortalidad, en comparación con animales testigos no tratados.  Los autores determinaron que se estimula la liberación del factor inhibidor de la migración de los leucocitos.

 

Recuperado de:

https://repositorio.unican.es/xmlui/bitstream/handle/10902/5580/NoriegaSalmonV.pdf